Los estereotipos y el pánico estadounidense
Sacco y Vanzetti también son sospechosos de otro ataque armado, frustrado, ocurrido unos meses antes. En ese momento, Estados Unidos está sumido en el pánico y la opinión pública «wasp» (blanca, anglosajona, protestante) exige sanciones severas contra los agitadores europeos acusados de haber introducido la ideología caótica y la violencia en el país. Los dos anarquistas italianos se convierten en chivos expiatorios.
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Un juicio parcial
El juez del tribunal de Dedham, Webster Thayer, y el fiscal, Frederick Katzman, son los principales protagonistas de esta lucha judicial. Thayer, que aspira al cargo de gobernador de Massachusetts, muestra hostilidad hacia los acusados durante todo el juicio. Katzman, por su parte, utiliza sus alegatos como trampolín para el puesto de fiscal general del estado.
Una sentencia a pesar de las pruebas
El segundo juicio, por el atraco mortal de South Baintree, comienza el 31 de mayo de 1921. A pesar de los esfuerzos de la defensa para destacar las debilidades de los testimonios de la acusación, Thayer y Katzman parecen controlar el desarrollo del juicio. Sacco y Vanzetti son condenados a muerte el 14 de julio de 1921, a pesar de la movilización internacional a su favor.
Un desenlace trágico
La condena se confirma en última instancia el 9 de abril de 1927. Sin embargo, mientras tanto, un evento importante debería haber cambiado el rumbo: en noviembre de 1925, Celestino Madeiros, prisionero en la cárcel de Dedham por robo, envía una carta a Sacco confesando su participación en el atraco de South Baintree y exculpando a los dos italianos. Pero esta confesión no es suficiente para debilitar la voluntad punitiva del juez Thayer, quien la rechaza sin apelación.
La sentencia definitiva
Después de la condena definitiva de los dos anarquistas, el abogado William Thompson intenta un último recurso pidiendo al gobernador de Massachusetts, Alvan T. Fuller, que examine las actas del juicio. Fuller lee miles de páginas, pero no encuentra ningún motivo para anular la pena de muerte. El mundo contiene la respiración.
El pueblo debe saber que su líder no es insensible al sufrimiento de un italiano, esté donde esté y sea quien sea.
Incluso Mussolini interviene, pero en vano. Unos minutos después de la medianoche, el 23 de agosto de 1927, Sacco es el primero en ser atado a la silla eléctrica, seguido de Vanzetti.
Este artículo se ha redactado a partir de la información facilitada por el sitio web de la revista Focus aquí.