Las declaraciones del Grupo de los Siete (G7) publicadas el sábado abordaron a China en temas como Taiwán, armas nucleares, coerción económica y violaciones de derechos humanos, destacando las tensiones crecientes entre Pekín y el grupo de países desarrollados, que incluye a Estados Unidos.
«Estados Unidos está tratando de tejer una red anti-China en el mundo occidental», dijo el Global Times en un editorial del lunes titulado «El G7 se ha convertido en una coalición anti-China».
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Pekín declaró que se opone firmemente a la declaración del G7, que también incluye a Japón, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania e Italia, y convocó el domingo al embajador de Japón en China para protestar por la cumbre.
Rusia, un aliado cercano de China también criticado en la declaración del G7 por su guerra en Ucrania, calificó la cumbre de «incubadora» de histeria anti-rusa y anti-china.
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La declaración principal de los líderes del G7 mencionó a China 20 veces, la mayor cantidad en los últimos años, en comparación con 14 menciones en 2022.
«La reacción de China esta vez es bastante intensa», dijo Wang Jiangyu, profesor en la City University de Hong Kong.
Además de criticar los comentarios del G7 sobre Taiwán, la isla democrática que China reclama como suya, Pekín también acusó a Estados Unidos y sus aliados de doble rasero en cuanto a los comentarios sobre la acumulación nuclear y el uso de palancas económicas.
A pesar de la reacción de Pekín, el presidente estadounidense Joe Biden dijo que espera un deshielo en las relaciones heladas con China «muy pronto».
Sin embargo, algunos analistas no ven señales de un alivio inmediato de las tensiones, especialmente dada la rápida y enérgica réplica de Pekín.
La decisión de China de convocar al embajador de Japón subraya la intensidad de su enojo, según algunos analistas.
El viceministro chino de Asuntos Exteriores, Sun Weidong, convocó al embajador para registrar protestas contra «la exageración de los temas relacionados con China», según un comunicado del ministerio.
Wang Yiwei, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Renmin de Pekín, calificó la reacción general de China al comunicado del G7 de «contenida», pero señaló a Japón como particularmente provocador.
Se refirió a la elección de Japón del lugar de la cumbre, Hiroshima, la ciudad arrasada por una bomba atómica al final de la Segunda Guerra Mundial, y a su solicitud de una declaración conjunta sobre el desarme nuclear que generó preocupaciones sobre el arsenal nuclear chino.
«Lo principal que está sucediendo aquí es Japón, que utiliza su posición de presidente rotativo, para crear un movimiento anti-China», dijo Wang Yiwei.
Entre los miembros del G7, Tokio también ha expresado algunas de las preocupaciones más fuertes sobre la retórica agresiva de China en torno a Taiwán, que se encuentra justo al lado de su cadena de islas meridionales. China nunca ha renunciado al uso de la fuerza para recuperar el control de Taiwán.
El secretario general del gabinete japonés, Hirokazu Matsuno, dijo el lunes que la política de su país hacia China ha sido coherente, que insistirá en los temas necesarios y pedirá un comportamiento responsable, al tiempo que tomará medidas para abordar las preocupaciones y cooperar en temas comunes.
Este artículo se ha redactado a partir de la información facilitada por la agencia de noticias Reuters aquí.
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